La disparatada cultura de LuLaRoe se vuelve tóxica. El sexismo, la crítica de los cuerpos y el "gaslighting" son normales en la empresa. Las revendedoras sospechan que están en una secta. Al mismo tiempo, la calidad de las prendas se deteriora y aumentan los reclamos. LuLaRoe enfrenta a miles de revendedoras furiosas listas para abandonar la empresa y la historia explota en las redes sociales.